Los famosos black cabs de Londres, es decir,
los taxis de la capital con ese diseño tan particular.
Hay que remontarse a los tiempos de Isabel I de
Inglaterra, allá por el siglo XVI. Por aquel entonces, las dimensiones de la
ciudad hacían que todavía fuera posible el recorrerla a pie, así que solo
aquellos que contaban con más recursos, se podían permitir el tener su propio
carruaje para desplazamientos. Sin embargo, en el año 1600, el Lord Mayor (el
alcalde de la City of London) prohibió los espectáculos teatrales en la City,
por lo que las compañías se movieron a las poblaciones de alrededor, más en
concreto a Shoreditch y Southwark. Fue en este momento, en el que la gente
empezó a desplazarse al exterior, cuando se empezaron a desarrollar los
precursores de los taxis londinenses: los hackney coaches. Para aquel
que no lo sepa, aún a día de hoy los taxis londinenses son denominados
oficialmente hackney carriages. El término “hackney” proviene del
vocablo francés “haqueneé”, que define a un caballo de alquiler.
Imagen (algo borrosa) de uno de los primeros Hackney coaches |
El negocio de los hackney coaches se desarrolló
a una velocidad mareante, tanto es así, que en apenas 50 años el consistorio londinense
emitió una orden mediante la cual se instaba a los conductores de estos
desfasados taxis a sacarse una licencia, lo cual permitiría al ayuntamiento
regular una industria que empezaba a escaparse a su control. La primera
licencia fue expedida alrededor del año 1660 y para el año 1711 ya se contaban
más de 800 licencias solo en la City. Estas costaban 5 peniques por semana, y
solo algunas permitían al titular circular durante los Domingos.
Por aquel entonces, y ya hablamos del siglo XVIII, una
carrera desde Westminster hasta St. Paul nos costaría unos 18 chelines,
mientras que desplazarnos desde Gray’s Inn (detrás de Chancery Lane) hasta el
teatro Sadler’s Wells nos saldría por apenas un chelín.
Sin embargo, aunque cada vez más numerosos, los hackney
coaches no gozaban de muy buena fama. Primero, porque la mayoría de las
veces se encontraban en un estado deplorable, siendo temidos como foco de
infecciones. Y segundo, porque habían hecho que el tráfico en la ciudad se
volviese caótico, ruidoso y por lo general una pesadilla para el resto de
conductores y transeúntes.
Con este vídeo nos podemos hacer una idea del caos
circulatorio imperante en el Londres de hace un par de siglos.
El siglo XIX trajo consigo ciertas mejoras, al menos
en lo que al aspecto de los carruajes se refiere. Por ejemplo, en el año 1823
se introdujo en las calles londinenses un nuevo modelo importado desde Francia
llamado Cabriolet, y que rápidamente se volvió bastante popular por su
diseño y rapidez. Es de este término francés del que deriva la palabra “cab”,
el término más usado en nuestros días.
No sería hasta principios del siglo XX que los
londinenses verían circular por sus calles los primeros black cabs a
motor. Desde entonces, más de 50 modelos distintos han transportado a londinenses
y turistas por las calles de la ciudad hasta nuestros días, en los que el
modelo TX4 es sin duda el más abundante. Muchos de ellos, además, mostrando en
su exterior publicidad de lo más variopinta.
Por lo tanto, un medio de transporte que, y como el
resto, se ha mostrado siempre en continua evolución, además de ser parte
inherente de la historia de la ciudad.
Fuente: Londres Incognito
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