Los londinenses se echaron a la calle para ver el mayor espectáculo naval de los últimos 350 años.
Arropada por más de un millón de personas que se agolpaban a las orillas del río Támesis, la reina Isabel II presidió hoy un espectacular e histórico desfile de mil barcos para conmemorar sus 60 años en el trono.
A pesar de la persistente lluvia
y unas temperaturas invernales, los londinenses se lanzaron a las calles para
ser testigos del mayor espectáculo naval del país en los último 350 años, que
representó el plato fuerte de las celebraciones de cuatro días del Jubileo de
Diamantes.
El desfile por el Támesis de mil
góndolas, veleros, traineras, barcos militares, lanchas y embarcaciones de
recreo pretendió rememorar los grandes acontecimientos fluviales del pasado
inmortalizados por el pintor Canaletto en el siglo XVIII.
Una demostración de la grandeza y
la pompa de la familia real más famosa del mundo que goza en estos momentos de
unos niveles de popularidad históricos, gracias al poyo y las simpatías que
genera Isabel II, de 86 años, la única monarca que han conocido la mayoría de
los británicos.
La soberana, vestida de blanco
para contrastar con el azul y rojo de la bandera británica, recorrió el Támesis
acompañada de su familia en una barcaza, haciendo frente al mal tiempo que no
mitigó el entusiasmo popular y pese al cual exhibió en varias ocasiones su
sonrisa.
Un recorrido fluvial de once kilómetros
en el que Isabel II se tuvo que cubrir con un chal y en el que no se sentó en
ningún momento a pesar de que en la cubierta del Spirit of Chartwell,
adornado con 10.000 flores de los jardines reales, se habían instalado dos
tronos cubiertos por un dosel dorado.
Isabel II fue acompañada en la
embarcación por su marido, el duque de Edimburgo, el príncipe Carlos y Camilla,
el príncipe Enrique y los duques de Cambridge, Guillermo y la sonriente
Catalina, que aportó la nota de color en el vestuario con un conjunto rojo de
Alexader McQueen con sombrero a juego.
Los edificios al borde del
Tamesis se sumaron a la fiesta: el National Theatre escenificó una escena de su
obra War Horse _con el que la Reina, amante de los caballos, disfrutó
especialmente_ y sonó la música de James Bond al pasar ante la sede de los
servicios secretos británicos.
Tras terminar su recorrido de más
de hora y media, Isabel II presenció el resto del desfile de tres horas desde
la cubierta de su embarcación junto al puente de la Torre, que se abrió para la
ocasión.
El broche final lo pusieron la
Orquesta Filarmónica de Londres y su coro que desde una embarcación, bajo una
lluvia torrencial, interpretaron el himno Dios salve a la Reina y unos
fuegos artificiales lanzados desde el Puente de la Torre, poco antes de que se
volviese a cerrar.
La histórica procesión fluvial,
la que más barcos ha congregado en el mundo según el Libro Guinness de los
récords, quedó un tanto deslucida por una lluvia que en un principio dio una
tregua, pero se intensificó según pasaron las horas.
Fue un evento meticulosamente
preparado durante dos años, por su complejidad organizativa, especialmente
desde el punto de vista de la seguridad y que tuvo un coste de doce millones de
libras (14,8 millones de euros).
Fuente: La Voz de Galicia
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